Por fin comparto en el blog el menú mensual de temporada que tanto me habéis pedido. Lo sé, he tardado mucho, ¡pero ya está aquí!

Desde que comenzamos a reducir el plástico en casa, nuestro tipo de alimentación cambió completamente. Dejamos de comprar en supermercados donde la gran mayoría de productos vienen envasados, incluso cosas tan básicas como la fruta y la verdura, y comenzamos a comprar a granel, en mercados y fruterías locales, incluso directamente a agricultores cuando tenemos la oportunidad.
Enseguida notamos en nuestro cuerpo el cambio de alimentación. Creo que la calidad de los alimentos que comenzamos a consumir era importante, pero creo que lo más importante fue justamente todo lo que dejamos de comer. Como dice Julio Basulto, sobre la alimentación de los niños, no nos preocupemos tanto por lo que no comen, si no más bien por lo que comen.
Algo tan simple como querer evitar el plástico hizo que nos olvidáramos de la mayoría de los procesados. Precocinados, congelados, bollería industrial, salsas, zumos… y un largo etcétera. Sustituyéndolos por más comida real y casera. Y eso es lo más importante para nosotros, comer comida real con mucho agradecimiento, y sin excedernos.

Esto no quiere decir que lleve una alimentación super equilibrada y sana, de hecho no es así, porque cuando me dan ataques de dulce arraso con lo que sea jaja, pero sí que ha mejorado mucho respecto a hace unos años y nos ha permitido ganar en salud.

Sin duda, el tipo de alimentación que elegimos tiene un impacto determinado en nuestra salud, tanto física como emocional. Y también lo tiene en la naturaleza. Tener en cuenta estos factores, nos puede llevar a alimentarnos muchísimo mejor y a la misma vez cuidar de la Tierra.

Puedo decir, que el movimiento Zero Waste no sólo ha hecho que quiera reducir la basura que genero externamente, si no también la que añado a mi cuerpo a través de la alimentación, y por supuesto también la emocional, por lo que hago esfuerzos también por mantener limpio mi corazón.

Menú mensual

Antes e de decir, que yo no soy nutricionista (ni tengo idea del tema), ni tampoco soy vegana ni vegetariana (aunque no haya carne en mi menú). Este menú lo hice para mí, basándome simplemente en lo que me gusta comer, lo que me sienta bien y en mi caso, me ayuda a estar al 100%.
Pero aunque es un menú hecho a medida, lo comparto con el deseo de ayudar a otras personas a simplificar su vida, dando una herramienta más para aprovechar mejor el tiempo y continuar reduciendo sus residuos ❤

De hecho, la idea de hacer un menú mensual de temporada surgió primeramente por la cantidad de tiempo y energía que perdía cada día pensando en qué hacer de comer, mentalmente ya sabéis lo agotador que es… 😅 Así que decidí emplear unas cuantas horas en hacer un menú y descansar mi mente los siguientes 6 meses ¡qué bien suena esto!

Elaborar un menú nos ha dado más beneficios de los que imaginábamos… Más orden, más tiempo, más salud, más ahorro, menos desperdicio y menos plástico. 

¿Por qué?

Basándome en el menú sé exactamente lo que necesito comprar.

Hago la compra a granel una vez al mes y el menú me permite saber más o menos las cantidades que necesito.

Y por otro lado, hago una compra semanal grande en el mercado, y otro día de la semana compro algo más de fruta y verdura fresca. Veo en el menú qué comeremos durante la semana y a partir de ahí hago la lista de la compra.

El hecho de saber qué y cuánto necesitamos comprar nos permite ahorrar y no gastar más de lo necesario.

Además, el menú está elaborado con todos los alimentos que puedo encontrar a granel, en papel o vidrio. Haciéndolo de esta manera, puedo evitar los empaques de plástico con mayor facilidad.

La elaboración del menú también nos ayuda a evitar más los alimentos procesados.

Y por último, nos permite adaptarlo a los alimentos de temporada. Por eso, según van pasando los meses, voy cambiando las verduras y frutas que van dejando de estar de temporada por las que comienzan a estar.

Este sería mi menú. A mi marido y mis hijos añado carne o pescado cuando toca, y en el caso de los niños el menú varía. La base es la misma, pero a veces sustituyo unos ingredientes por otros, según gustos (y el tiempo que tenga).

Para elaborar el menú primero escribí todas las comidas que suelo hacer durante la época, y una vez que había escrito todas, las fui añadiendo al menú organizándolo de tal manera que no repitiera mismos ingredientes varios días seguidos o dejando varios días de espacio entre repeticiones de comidas.

No es un menú que cumplo al pie de la letra, porque hay días que me apetece comer cosas diferentes, pero a excepción de esos días, lo voy siguiendo.
Desayunos y meriendas no me preocupan tanto y más o menos siempre es lo mismo. Y en el caso de las cenas, comemos más ligero aunque los fines de semana son para cositas que nos encantan, pizzas, fajitas, hamburguesas… siempre caseras. También muchas veces cenamos las sobras del día o alternamos el mismo menú de mediodía, ya que como podéis ver en los 31 días no repetimos casi ningún plato.

Por otro lado, aunque el menú es para 6 meses, lo cierto es que a los 3 meses ya suelen haber muchas variaciones y es que me encanta cocinar e inventar, y cuando van surgiendo platos nuevos los voy sustituyendo por otros que ya no me apetecen tanto.

Por cierto, si te pasa como a mí que te cuesta saber qué alimentos están de temporada y cuáles no, te dejo esta infografía de las frutas y verduras de temporada en España.

Esta es la mejor manera que he encontrado de momento para organizar las comidas y disfrutar de tantos beneficios que nos aporta, pero hay muchas maneras de organizarse. Está el famoso Batchcooking que consiste en cocinar un día para toda la semana, pero en nuestro caso no lo veo ya que somos 4 en casa. Lo ideal es que cada uno encuentre su manera y vayamos dando pasitos que nos permitan simplificar nuestra vida a la misma vez que cuidamos de nosotros y de nuestro entorno con cada paso.

4 Recetas Veganas

Una de las maravillosas cosas que me ha aportado llevar un estilo de vida más minimalista, es tener más tiempo para hacer las cosas que me gustan. No es que el tiempo me sobre ahora evidentemente, pero sí que tengo esos ‘ratitos’ que antes nunca tenía. Entre esas cosas que más me gustan, está el cocinar. Es algo con lo que disfruto y mi mente se despeja, y de alguna manera, siento que me permite estar en contacto con la tierra a través de los alimentos.

En este post te dejo 4 recetas mías propias, que forman parte del menú, y que han surgido a base de prueba y error 😅😂
Algunas son de las más elaboradas y de las que se necesita un poco más de tiempo del normal para hacerlas, pero sin duda vale la pena y lo bueno es que se pueden hacer en bastante cantidad y congelarlas. De esta manera, tendremos siempre que nos apetezca. Y otras, son muy fáciles y rápidas de hacer…

Además, aprovechando este post, abro sección en el blog de recetas veganas (simplemente para que esté todo más ordenado). Tanto de platos completos, como de salsas y masas ‘base’ para evitar comprarlas envasadas y procesadas.

Y si quieres alguna receta del menú, cuéntamelo en los comentarios y me lo apunto para compartir próximamente.

¡Haz click en las imágenes para ver las recetas!

Croquetas de espinacas con champiñones

Empanadillas de soja texturizada y berenjena

Salsa pesto de espinacas

Crackers con semillas de sésamo

Por cierto, ¿qué me dices de esos momentos en los que estamos viendo recetas y cuando vamos al súper encontramos que la mayoría de ingredientes vienen envasados en plástico? es tan frustrante… sobretodo cuando la receta es de ese postre con el que sueñas día y noche 😂😂. La vida sin plástico a veces es difícil y también nos pide “algún que otro sacrificio” jaja.

En fin… diría que esto nos ha pasado a todos ¿no?

Si no conoces la campaña de Desnuda la Fruta te dejo este post de Isa de la Hipótesis Gaia donde nos cuenta de qué va y qué podemos hacer nosotros para sumarnos. ¿El objetivo? conseguir que los supermercados dejen de envasar en plástico las frutas y verduras y respetar el mejor envoltorio que existe para éstas y que les ha dado la naturaleza, su propia cáscara.

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