Lo sé, la frase “salir de la zona de confort” chirría cada vez más entre la gente y ya tiene más detractores que seguidores. Tantos años creando nuestra zona de comodidad como para ahora llegar y tirar todo por la borda, ¿verdad? Pero no, no voy a decirte que abandones tu vida, cojas un avión sin billete de vuelta y vivas al límite porque la vida son dos días. En mi caso, cuando hablo de salir de la zona de confort, me refiero más a una cuestión mental y de hábitos. Salir de la “comodidad” que se ha generado a través de algunos hábitos o pensamientos que forman parte de nosotros y que nos perjudican tanto a nosotros como al medio ambiente.

Más bien diría que salir de nuestra zona de confort, a este nivel, sería “desapegarse” de parte de nuestro estilo de vida actual que tanto daño causa al medio ambiente.

Dando el paso, estoy convencida que con el tiempo conseguiremos que nuestra vida sea mucho más confortable de lo que es ahora, además de más sana y respetuosa con el medio ambiente y con nosotros mismos, porque si nuestra “comodidad” actual está creada a través de malos hábitos y a costa del sufrimiento de otros y de la degradación del medio ambiente, tarde o temprano, esa comodidad ilusoria caerá como un castillo de naipes. Es inevitable.

Hemos entrado en una época donde, debido a la crisis climática, la incertidumbre y los cambios constantes han venido para quedarse. Nuestra zona de comodidad actual va a dejar de existir, por lo que me parece esencial que poco a poco vayamos desarrollando nuevos hábitos y vayamos desapegándonos de nuestro estilo de vida actual reforzado por la idea del crecimiento infinito en un planeta de recursos limitados.
 
Resumiendo, hay tres puntos clave para salir de nuestra zona de comodidad a nivel medioambiental.

1. Cuestionemos nuestros hábitos

Hemos crecido con una serie de hábitos y creencias que nunca nos hemos cuestionado (porque es lo que nos han enseñado y porque todo el mundo lo hace así). Tampoco del impacto que tienen esos hábitos en la naturaleza y en los demás ni si podríamos hacer las cosas de otra manera. Yo misma no me lo había planteado hasta hace cinco años atrás. Cuestionar la manera en cómo compramos, como nos vestimos, cómo nos alimentamos, cómo consumimos en general y también cómo nos relacionamos con el entorno, con la naturaleza y el resto de seres vivos, es clave para desarrollar nuevos hábitos más respetuosos con el medio ambiente.

Hacernos preguntas como por ejemplo: ¿Qué impacto puede estar teniendo mi manera de consumir, en la vida de otras personas, en otros seres vivos o en la naturaleza, incluso en mi propia vida? ¿Perjudica al medio ambiente y/o a mi salud la manera en cómo me alimento? ¿De qué materiales están hechos los productos que compro y qué pasa con ellos una vez los desecho? ¿De dónde viene esto que compro? ¿Cómo ha sido producido y por quién? ¿Qué hábitos puedo mejorar? ¿Qué nuevos cambios puedo introducir en mi estilo de vida? ¿De qué manera, a través de mis hábitos de consumo, puedo contribuir a la conservación del medio ambiente o a la calidad de vida de otras personas y la mía propia?

Consumir local, comprar de segunda mano, comprar a granel, alimentos naturales y de temporada, usar productos reutilizables, apoyar a marcas éticas y de cercanía, usar medios de transporte más eficientes, consumir menos alimentos de origen animal, etc. son algunas de las muchas cosas que podemos empezar a plantearnos.

 

2. Empecemos por pequeños pasos que no supongan cambios drásticos en nuestra vida

Siempre hablo de la importancia de empezar poco a poco para no abrumarnos y tirar la toalla a la primera. Empezar poco a poco, consolidando cada paso que se da, nos ayudará a mantenernos en el camino y estar cada vez más motivados. Escoge un pequeño cambio que no te suponga mucho esfuerzo y no sea un cambio demasiado drástico en tu estilo de vida, hazlo tuyo, has que forme parte de ti y cuando ya esté bien integrado en tu vida, en tu día a día, da el siguiente paso y ve a por otro cambio. A medida que vayas avanzando, tu capacidad para abarcar cambios cada vez mayores irá en aumento, por eso es importante ser paciente y aceptar nuestro propio ritmo. Como dice el dicho, “sin prisa pero sin pausa”.

 

3. Encontremos el equilibrio entre nuestro tiempo, nuestra economía, nuestras necesidades y nuestros deseos, aquellas cosas a las que no queremos renunciar de momento

El equilibrio es uno de los aspectos más importantes si queremos tener éxito en nuestro camino hacia una vida más sostenible. Ser realistas y conscientes de nuestra situación personal, nos ayudará a “afinar” en aquellos cambios que sí podemos y queremos hacer. Preguntarnos: En mi situación actual, ¿qué cambios puedo permitirme llevar a cabo? Y aquí es importante ser honestos con nosotros mismos. También en lo que a deseos se refiere, es decir, aquello a lo que no queremos renunciar de momento. No se trata de fustigarnos por las cosas que no podemos o no queremos cambiar de momento sino de buscar alternativa a todos esos cambios que SÍ estamos dispuestos a hacer y nos podemos permitir. De esta manera, salir de la zona de confort, no nos creará tanta frustración o malestar.

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Y un punto clave extra, disfrutemos del camino y de todos los cambios que vayamos haciendo. Riámonos de todas las novatadas que el camino de la sostenibilidad tenga preparadas para nosotros y aprovechemos cada paso para aprender, aprender y nuevamente aprender. Y por supuesto, caguém… en todo “de vez en cuando” si es eso lo que nos nace.

¿Qué opinas de salir de la zona de comodidad a nivel medioambiental? ¿Añadirías algún punto clave más? ¿Ya has empezado tu propio cambio? ¡Cuéntame!

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