Zero Waste traducido al español es Residuo Cero.

El objetivo de este movimiento, o filosofía de vida como lo definen algunos, es reducir al máximo los residuos y la basura que generamos cotidianamente. De esta manera, no sólo reducimos nuestra huella, si no que además, nos permite vivir con menos cosas materiales y vivir una vida más rica en momentos y experiencias que nos hacen sentir lo verdaderamente importante.

Para llevar a cabo este movimiento se sigue la regla de las 5 erres en el siguiente orden:

RECHAZAR lo que no necesitamos

REDUCIR lo que necesitamos

REUTILIZAR cambiando los desechables por alternativas reutilizables y comprar de segunda mano

RECICLAR aquello que no podemos rechazar, reducir o reutilizar

ROT que traducido quiere decir COMPOSTAR, DESCOMPONER

Dentro de este movimiento se le da especial atención a la reducción del plástico desechable debido al impacto medioambiental tan grave que supone.

Así lo describe Bea Johnson, autora del libro Zero Waste Home y una de las pioneras de este movimiento junto a su marido y sus dos hijos. Movimiento que a día de hoy siguen miles y miles de personas en todo el mundo. Aunque siempre digo, que no deja de ser más que una re-adaptación a la época actual, de lo que ya hacían nuestros abuelos.

Aunque Zero Waste se traduce como Residuo Cero, lo cierto es que no sólo trata de reducir los residuos si no también la basura, pero ¿cuál es la diferencia?

Los residuos es todo aquello que generamos pero que aunque ya lo hayamos utilizado, todavía pueden ser reutilizados o reciclados. Por ejemplo, vidrio, papel, aluminio, plástico reciclable, etc.

En cambio, la basura sería todo aquello que ya no tiene utilidad y no puede reutilizarse ni reciclarse de ninguna manera. Por ejemplo, tickets, pajitas, pegatinas, toallitas, etc. Y que va directamente al vertedero o incineradora.

Aunque al haber tanta gente todavía que no recicla, los vertederos no sólo están llenos de basura si no también de residuos, cosas aprovechables todavía.

Igualmente, para simplificar y no liaros ni liarme más de lo necesario, cada vez que hablo de residuos o basura me refiero a lo mismo. Al fin y al cabo, hay que reducirlo todo 😉

Muchas personas se sienten abrumadas cuando escuchan el término Residuo Cero (ainss ese cero 😂).
También, cuando ven a esas famosas seguidoras del movimiento enseñando por las redes sociales sus minúsculos botes de vidrio con su basura generada durante un año. E ahí su gozo en un pozo pensando que jamás podrán llegar a eso (ni acercarse). Pero en realidad lo que hay en ese bote (como el que vemos en la foto de arriba), es sólo la basura que ha generado, que no puede reutilizarse ni reciclarse. Dentro de este bote no se incluyen los residuos que pueden ser reutilizados, reciclados o compostados. E ahí el truco (del bote de vidrio).

Esto no quiere decir que las personas que llevan a cabo el residuo cero sigan generando todo tipo de residuos y simplemente los reciclen y ya está, todo lo contrario. Tal como ya hemos dicho, este movimiento trata tanto de reducir residuos como de basura, dejando el reciclaje sólo para aquello que no hayamos podido rechazar, reducir o reutilizar.

Por lo que más que llegar a ‘cero’ (que creo que es simplemente una manera llamativa de definirlo) es reducir al máximo nuestros residuos y basura sin frustrarnos ni compararnos con los demás.

En los próximos meses (no se exactamente cuando), me gustaría enseñar tanto los residuos como la basura que generamos en un mes una familia de cuatro. Para que veáis que humanos somos todavía 😂.

¿Cuál es la finalidad de este movimiento?

El ser humano genera una media de 1,2 kg de basura al día, lo que se traduce entre 7.000 y 10.000 millones de toneladas de residuos urbanos en todo el planeta entre todos los seres humanos.

El problema medioambiental al que nos enfrentamos debido al consumismo desmedido de la sociedad actual, especialmente en los países desarrollados, es extremadamente grave. Nos hemos convertido en la generación de usar y tirar, y es justamente aquí, en nuestra cultura de adquirir bienes que compramos, usamos y tiramos continuamente para suplir nuestras carencias emocionales, donde se encuentra uno de los mayores problemas jamás visto antes.

Hablamos de objetos destinados a usarse y tirarse, pero también de ropa, de muebles, de móviles, ordenadores y un larguísimo etc, que desechamos rápidamente. El consumismo extremo.

Si bien es cierto que cualquier material que se use como desechable es un derroche innecesario de recursos y energía, y debemos intentar evitar, el plástico de un sólo uso representa un problema aun mayor debido a su toxicidad, su difícil y escaso reciclaje, su largo tiempo de degradación y la contaminación que genera tanto en mar y tierra una vez acaba su vida útil.

Y ya ni hablar de la basura textil o electrónica…

Es por ello que la finalidad de este movimiento es reducir al máximo nuestro impacto medioambiental a través de la reducción de los residuos y la basura que generamos, dando prioridad al ser y no al tener y poder vivir así, la experiencia de sentir la felicidad y libertad indescriptible que se obtiene cuando vivimos en armonía con la naturaleza y nuestro apego por las cosas materiales se reduce y desaparece.

¿Y cómo lo hacemos?

Volvamos a la regla de las ‘5 R’ y profundicemos un poco más en ellas.

1. Rechazar todo aquello que no necesitamos

Esta R la acompañaría de otra R, la erre de Reflexionar. ¿Cuántas cosas son las que realmente necesitamos? ¿y las que son prescindibles, que no nos aportan? Aprender a rechazar es uno de los puntos más importantes. Rechacemos la propaganda, los tickets, las pajitas, bolígrafos comerciales, bolsas de plástico, ofertas que hacen que compremos más de lo que necesitamos, regalos promocionales que no usaremos jamás… rechacemos todo lo que es superfluo en nuestras vidas, todo lo que pronto se convertirá en basura.

Nos podemos hacer varias preguntas antes de aceptar o comprar algo. ¿Realmente lo necesito? ¿Puedo sustituirlo por algo que ya tenga? ¿Lo puedo hacer yo mismo? ¿Me ayuda a reducir la basura o la aumenta? ¿Si no lo compro o lo acepto cambia algo?

2. Reducir lo que necesitamos

Dentro de lo que necesitamos hay muchísimas cosas que ‘no necesitamos’ y que podemos, en la mayoría de los casos, prescindir de ello simplemente reflexionando y consumiendo de manera más responsable y consciente. Y dentro de lo que verdaderamente necesitamos, con tan sólo un poquito de organización, imaginación y una buena dosis de voluntad, podemos reducir al máximo los empaques, envases desechables innecesarios y todo aquello que no nos aporta nada significativo.

Por ejemplo:

Podemos reducir los empaques comprando a granel con nuestras propias bolsas de tela y recipientes.

Podemos simplificar los productos de limpieza del hogar utilizando ingredientes muy eficaces, inocuos y sin plástico tales como bicarbonato y vinagre, en lugar de utilizar un producto (y su envase) para cada cosa, tal como nos han hecho creer.

Hacer nuestros propios cosméticos de manera sencilla.

Dejar de comprar agua embotellada.

Comprar champú y jabón en pastilla.

(Puedes encontrar más ideas aquí “10 pasos para reducir nuestros residuos”)

3. Reutilizar sustituyendo los desechables por reutilizables y comprar de segunda mano

La mayoría de desechables de la actualidad tienen una alternativa reutilizable. Botellas de vidrio o acero, bolsas de tela, maquinilla de acero, pajitas de acero, vidrio o bambú, vasos para llevar el café de bambú, wraps, copa menstrual, compresas de tela, discos desmaquillantes de tela, y un largo etcétera.

Por otro lado, podemos comprar de segunda mano la mayoría de cosas que necesitamos, alargando así su vida útil y evitando malgastar nuevas materias primas para crear cosas que ya existen y que otros no usan ya. Ropa, calzado, muebles, móviles, electrónica, juguetes, etc.

4. Reciclar todo lo que no podemos rechazar, reducir o reutilizar

Es una de las últimas opciones porque antes de llegar a esta opción lo ideal es que ya hayamos hecho todo lo descrito anteriormente.

Aunque antes de reciclar añadiría otra R, la de Reparar. Reparar todo lo que podamos alargando la vida útil lo máximo posible de los objetos y así evitar generar más basura innecesaria y el desperdicio de recursos.

Y volviendo al reciclaje, como bien sabemos ya, éste es ineficaz y no es una solución, sobretodo cuando hablamos del plástico, pero no por ello debemos dejar de hacerlo evidentemente. Reciclemos todos los residuos que no podemos reaprovechar como puede ser papel, vidrio, aluminio, plástico reciclable, etc.

5. Rot (Compostar)

Compostar nuestros residuos orgánicos convirtiéndolos nuevamente en materia prima. Ya sea en casa, en el jardín o a través de la recogida selectiva de tu ciudad, si la hay.

 

Si todavía no sabes muy bien por donde empezar, en mi libro Mejor sin Plástico puedes encontrar muchísimas ideas y alternativas para reducir el uso del plástico y otros desechables, y llevar una vida más sostenible, plena y consciente en todos los ámbitos de tu vida. 

 

***

Personalmente me faltan palabras para contaros todo lo que me ha aportado esta nueva manera de vivir más consciente.
El cómo se ha simplificado mi vida, el desapego a la materia, la libertad y la felicidad de vivir con menos e invertir mi tiempo en lo que verdaderamente importa, el orden al que me está llevando, tanto a nivel interior como exterior, el agradecimiento que siento cada día por todo lo que nos da la Tierra…
Además, no sólo me ha llevado a buscar la manera de contrarrestar el impacto de mis decisiones de consumo, sino a realizar acciones concretas que permitan sumar.
Y todo ello sólo con vivir respetando la naturaleza y protegiendo la Tierra que tanto nos da sin discriminación.

Olvidémonos del ‘cero’ pero no dejemos de avanzar, tal como dice Nonoa

 

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